(ensayo)

Ante todo, es necesario comprender el significado de la palabra “vicario”. Que representa dicha palabra y que alcances tiene antes de poder formar un juicio al respecto.

Un vicario es el que hace las veces de otro o que actúa en nombre de otro, con poderes delegados por éste y se halla sometido a su autoridad y trabaja en relación con él. En nombre de Cristo actúa el Papa en virtud de su potestad ordinaria y es el vicario pastoral supremo de la iglesia. El nombre de vicarios se aplica también a los sacerdotes que, junto al párroco, trabajan en una parroquia.


Para muchas personas pertenecientes a diferentes credos cristianos, les resulta difícil y hasta imposible aceptar la posibilidad de que Cristo haya establecido vicarios o un vicario en la tierra, pues ellos no aceptan la autoridad de la Iglesia. Si bien en la Biblia, NO figura la palabra “vicario”, sus atribuciones y misiones SÍ están establecidas y delimitadas en función a las palabras de Cristo y a la catequesis de los mismos apóstoles.

Por ejemplo leemos: Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía: -La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. (Lc 10,1-3)

Es decir, estos discípulos iban a las ciudades mandados por Jesús. Actuaban “en Nombre” de Jesús y preparaban a las personas a fin de que pudieran recibir el evangelio.

Quien a vosotros os oye, a mí me oye; quien a vosotros os desprecia, a mí me desprecia; y quien a mí me desprecia, desprecia al que me ha enviado. Volvieron los setenta y dos llenos de alegría diciendo: -Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. (Lc 10,16-17)

Creo que el texto es bastante claro al respecto. A saber, que para que se comprenda que, oyendo o despreciando la predicación del Evangelio por parte de aquellos que van “en nombre de” con la “autoridad de”, no se oye o desprecia a unas personas cualesquiera, sino al Señor Salvador, y aún al mismo Padre. Entre los enviados (vicarios), Jesús y Dios existe una cadena cuyos eslabones no se pueden separar. Jesús es el mediador. Para su mediación con el pueblo se sirve de los vicarios, de personas enviadas “en nombre de”. El hombre es conducido a la salvación por medio de la predicación de hombres.

Porque en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo, sin imputarle sus delitos, y puso en nosotros la palabra de reconciliación. Somos, pues, embajadores en nombre de Cristo, como si Dios os exhortase por medio de nosotros. En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con Dios. (2Cor 5,19-20)

San Pablo dice que “somos embajadores”, es decir, somos vicarios “en Nombre de Cristo”. Los apóstoles los “embajadores” del Señor. Eran los “vicarios” del Señor a fin de que por medio de ellos, Dios mismo, Cristo mismo los exhorta a la conversión y al arrepentimiento. A regresar a Dios. Es Dios quien habla en la palabra del apóstol: “Habiendo recibido vosotros la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra de hombres, sino -como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes” (1Tes 2,13). Y esto es válido, sin ninguna duda, no sólo respecto de los apóstoles de entonces y de su palabra, sino del ministerio apostólico que sigue existiendo en la Iglesia, y cuyos vicarios son, hoy, los obispos y los presbíteros. Decimos de la predicación de la Iglesia, que anuncia la palabra de Dios y que en ella escuchamos nosotros esta divina palabra. De hecho, ésta es la profunda afirmación del Nuevo Testamento.

…a pesar de que esa situación era una prueba para vosotros, no me despreciasteis ni me rechazasteis, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios, como al mismo Cristo Jesús. (Gál 4,14)

San Pablo mismo es quien nos da la pauta de lo que es un vicario. Sí, en el Apóstol reconocieron al Señor. Le acogieron como a Cristo Jesús. Quien recibe al enviado, a un vicario del Señor, le recibe a él mismo (Mt 10,40).

Ahora bien, el Papa es el “Vicario de Cristo”, es decir que actúa con la potestad delegada por Cristo por voluntad del mismo Señor quien le confirió la autoridad de atar y desatar en la tierra. Le confirió al ministerio la obligación de apacentar las ovejas del Señor y de confirmar en la fe a los hermanos una vez que el Señor ascendiera a los Cielos, tal y como lo refleja la Escritura:

Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos. (Mt 16,18-19)

Cuando acabaron de comer, le dijo Jesús a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Le respondió: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta mis corderos. Volvió a preguntarle por segunda vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Le respondió: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Pastorea mis ovejas. Le preguntó por tercera vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió: -Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero. Le dijo Jesús: -Apacienta mis ovejas. (Jn 21,15-17)

Pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos. (Lc 22,32)

Por el mandato que Jesús dio a sus apóstoles es que podemos decir que el Papa, como los obispos y presbíteros son vicarios pues ellos llevan adelante la misión establecida por el nuestro Señor Jesucristo:

Y les dijo: -Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura. (Mc 16,15)

Quien tenga oídos, que oiga.